El dolor crónico es una realidad cotidiana para muchas personas mayores, a menudo causado por artritis, rigidez de espalda, dolores musculares y molestias articulares. Para sobrellevarlo, muchos recurren a analgésicos que proporcionan un alivio rápido, pero conllevan riesgos significativos a largo plazo, como efectos secundarios, tolerancia y dependencia. La terapia de calor infrarrojo lejano (FIR) se ha convertido en una alternativa prometedora y no invasiva. A diferencia del calor convencional, el FIR penetra profundamente en los músculos y las articulaciones, mejorando la circulación sanguínea, reduciendo la rigidez, aliviando la inflamación y promoviendo la relajación, todo ello sin los efectos adversos asociados a los medicamentos.
Este artículo explora cómo la terapia FIR puede ayudar a reducir la dependencia de los analgésicos en las personas mayores, al abordar el dolor desde su origen en lugar de enmascarar los síntomas. Examina los riesgos de los analgésicos, explica los mecanismos terapéuticos de la FIR, presenta aplicaciones en la vida real y compara la terapia FIR con la medicación tradicional. La evidencia científica destaca el papel de la FIR en la mejora de la movilidad articular, la circulación y la intensidad del dolor. Si bien la FIR puede no reemplazar completamente a los analgésicos para el dolor intenso, ofrece un enfoque seguro y complementario que puede reducir las dosis, prolongar el intervalo entre dosis y mejorar la calidad de vida. Para muchas personas mayores, la terapia FIR representa una herramienta valiosa para el manejo sostenible del dolor sin fármacos.